Kairosclerosis: El instante fugaz de la felicidad capturado en una palabra
- Piarismendi
- 6 abr
- 2 Min. de lectura
En un mundo donde la búsqueda constante de la felicidad a menudo se percibe como un viaje largo y arduo, emerge un concepto que nos invita a detenernos y reconocer esos instantes efímeros de dicha: la kairosclerosis.
Aunque no reconocida formalmente por la Real Academia Española, esta neologismo ha comenzado a circular en diversos círculos, especialmente en la literatura y las redes sociales, para describir ese momento preciso en el que uno se da cuenta, con una claridad sorprendente, de que está experimentando felicidad.
La palabra en sí es una fascinante combinación de dos términos griegos: "kairós", que se refiere a un momento oportuno, indefinido en términos cronológicos pero pleno de significado, y "esclerosis", un término médico que evoca un endurecimiento o una fijación.
Juntos, sugieren la petrificación de un instante de felicidad en la conciencia.
A diferencia de la alegría o el bienestar general, la kairosclerosis no es un estado prolongado, sino más bien un destello revelador. Puede surgir al contemplar un paisaje hermoso, al compartir una risa genuina con un ser querido, al alcanzar una pequeña meta o incluso en la quietud de un momento de introspección. Lo que caracteriza a la kairosclerosis es la conciencia aguda y repentina de estar viviendo un momento feliz.
Este concepto resuena en una sociedad a menudo obsesionada con la productividad y la planificación a largo plazo. La kairosclerosis nos recuerda la importancia de prestar atención al presente y de valorar esos pequeños paréntesis de felicidad que salpican nuestro día a día. Nos invita a cultivar una sensibilidad especial para reconocer esos instantes antes de que se desvanezcan en la vorágine del tiempo.
Si bien la kairosclerosis no es una cura para los desafíos de la vida, su reconocimiento puede ser una poderosa herramienta para fomentar la gratitud y el bienestar emocional.
Al ser conscientes de estos momentos fugaces, podemos entrenar nuestra mente para buscarlos, apreciarlos y, quizás, incluso crearlos con mayor intención.
En un mundo que a menudo nos empuja a mirar hacia adelante, la kairosclerosis nos ofrece una pausa reflexiva. Nos recuerda que la felicidad no siempre es un destino lejano, sino que a menudo se manifiesta en instantes sutiles y preciosos que merecen ser reconocidos y atesorados. La próxima vez que experimente esa punzada de alegría consciente, sabrá que ha vivido un momento de pura kairosclerosis.
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